Ojalá
Isabel se mira al espejo, o
más bien, se echa un vistazo fugaz. “Tengo que pedir cita en la peluquería,
pero para eso tendría que saber que dispondré de un par de horas para ir, y no
sé cuándo va a pasar eso”.
Prepara las mochilas de los niños, que están terminando el desayuno, se toma un café rápido y sale disparada con ellos hacia el cole, ya van tarde. De ahí, al atasco y al trabajo.
Por el camino va planeando todo lo que tiene que hacer cuando salga de
la oficina, repasa mentalmente la lista de la compra y recuerda que hoy tiene
tutoría en el cole del mayor, antes de llevar al pequeño a judo.
Al final de la jornada
laboral, al levantarse de la silla, nota el dolor de espalda que sufre a diario
desde hace meses. Debería ir a fisioterapia, y también hacer algo de deporte.
Ojalá tuviera tiempo para
ella, ojalá tuviera una vida.
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